Thursday, August 17, 2006

El aire del subte (crónicas urbanas)

Es fácil llegar a la boca del subte, con esa luz que irradia. Un foco luminico subterraeno que logra aclarar el exterior nocturno, y nos resulta mas o menos natural, lo cual habla de lo labrados que estamos por siglos y siglos de evolucion tecnica. Pero algo de su caracter extraordinario se filtra, invistiendo el poder atractivo de su diafanidad.

Por más que provienen del interior, los rayos no hacen sombra con el borde del túnel, sino que, gracias a que salen rebotando en cada superficie que tocan (paredes, escalera, árboles, carteles, etc.), van iluminando un entorno alrededor de la entrada, un espacio luminoso de bordes tan difusos como los de una nube baja. Ha de haber humedad o algo en el aire, porque parece estar iluminado, es como si se vieran los rayos mismos flotando, lineales y profusos. Como una puerta celestial pero apuntando a la clasica morada del infierno.

Como magnetizado, mi andar apunta al agujero prometedor. Pero un paso antes de la escalera inhíbese mi ritmo, cuando me golpea en la cara una corriente de aire, veloz y compacta, que viene limpiando el túnel y sube las escaleras corriendo. Kilos y kilos de fuerza de un viento interminable; toneladas, que te empapan de ecos distantes.

La siento en el pelo (aunque en realidad siento en el cuero cabelludo a raíz del pelo, que no siente nada en sí mismo), en los ojos que tengo que cerrar por la brusca sequía, en la nariz que puta no puede cerrarse y en los labios que se sellan. No aún en el cuerpo, porque la formación aérea sale al exterior en diagonal hacia arriba, consistente, siguiendo el sentido de la escalera, como un gran chorro invisible.

La napa de aire subterráneo viene caliente, lo cual con este frío debería ser gratificante, saludable, de no ser porque: entre los motivos de su temperatura está la energía de los motores, que a su vez consumen combustible y largan residuos gaseosos insalubres, y el calor humano que los cuerpos transfieren al aire en su contacto, en su aliento desoxigenado, en sus eructos y pedos. Todo esto en flujos que se apelotonan y dispersan desde el subsuelo de la Plaza de Mayo hasta el de la Chacarita, conectado con el arroyo Maldonado y vaya saber que subterfugios. ¿Con qué macabros fines podría ser usada la red de túneles transaéreos?

Que pensariamos del subte si lo consideraramos como un recambiador colectivo de aire a gran escala, una intervención en la naturaleza masivamente pos industrial.